lunes, 27 de octubre de 2014

Noodles estilo Singapur

Cada vez que veo los anuncios de pasta tipo oriental ya preparada me da mala gana. Y es que pocas recetas habrá más fáciles y rápidas que unos noodles. Veinte minutos hacen falta, no más, para tener listo este plato original, riquísimo y, supongo, bastante más sano que los que nos quieren vender precocinados y llenos de aditivos.


Ingredientes para dos personas:
(No te pases, porque llenan mucho más de lo que parece.)
170 gr. de fideos de arroz (normalmente coincide con medio paquete)
1 zanahoria
1/2 cebolla tierna
1/2 pimiento verde
4 cucharadas de aceite de girasol
1 diente de ajo
1 centímetro de jengibre fresco
150 gr. de gambas peladas (uso de las congeladas, allá cada cual)
1 cucharada de curry en polvo
3 cucharadas de salsa de soja
el zumo de medio limón
4 cucharadas de agua

¿Cómo se hace?
Lo primero, y como siempre, es dejar listos todos los ingredientes.

Así pues, pondremos a calentar agua en una olla. Cuando esté hirviendo, la retiramos del fuego e introducimos nuestros noodles que dejaremos reposar ahí por 3-4 minutos. Cuando haya pasado ese tiempo, comprobamos si están suficientemente tiernos y, cuando estén listos, los colamos y los pasamos por agua fría para que no se sigan cociendo. Primera parte, hecha.

Mientras cuecen nuestros fideos, podemos dejar listas las verduras. Tenemos que cortar en juliana -en tiritas finas, vamos- la zanahoria, la cebolla y el pimiento. Por otro lado, pelaremos el ajo y el trocín de jengibre y los picaremos en trozos muy pequeñines.

¿Ya está todo? Es hora de encender el fuego.

Ponemos nuestro wok a calentar -bien vale una sartén profunda si no hay wok- y echamos el aceite dejándolo resbalar por las paredes de la sartén. Ahí sofreiremos a fuego medio el ajo y el jengibre. Cuando estén doradines, ponemos a rehogar las gambas. En cuatro o cinco minutos estarán hechas. Apartamos todo esto a un lado de la sartén y, en el otro, echaremos el curry para freírlo un poco. Mezclamos todo y echamos las verduritas cortadas en juliana.

A mí me gusta ponerlas al fuego un poquito antes de añadir los fideos para que no estén tan crudas; pero tampoco tienen que estar pochadas ni hechas del todo ni muchísimo menos. Cuando hayan adquirido una consistencia que nos guste, pondremos en la sartén la soja, el limón y el agua y, tras remover un poco, añadiremos también los fideos cocidos.

Un par de minutos y ¡chimpún!

No digáis que es un plato costoso y mirad la pintaza que tiene. ¡Ñam, ñam!

*Los fideos de arroz los encontraréis en cualquier supermercado un poquito grande; aunque yo prefiero comprarlos en una tienda asiática que hay en la zona de la Universidad de Zaragoza. Allí se puede encontrar todo tipo de productos orientales. Solo la sección de fideos ocupa una pared entera repleta de noodles de todos los grosores y de un montón de tipos (de arroz, de soja, de huevo...).
*¿No tienes jengibre fresco? Este plato también queda genial si lo sustituyes por una guindilla cayena. ¡Solo una! (Bueno, si son pequeñinas, dos)
*En realidad, habría que ponerle salsa de pescado; pero por no comprar chismes nuevos que luego no sé si voy a usar, busqué un sustituto por la red... y se soluciona con salsa de soja y limón. Mucho más fácil, ¿no?

viernes, 22 de agosto de 2014

Galletas de miel - Honey Biscuits

Estas 'honey biscuits' son las galletas que más han pasado por mi horno desde 2009, cuando compré en Londres un librillo de recetas por cuatro libras que me ha sacado de más de un apuro en lo que a postres se refiere.

A mi madre le encantan. Dice que son adictivas aunque me temo que esto sea porque son dulcisísimas y no del todo saludables. Pero, ¿quién no se merece un caprichillo de vez en cuando? Yo hoy me he merecido, por lo menos, tres. 

Ingredientes (para unas 20 galletas tamaño té):

100 gr. de mantequilla derretida
6 cucharadas de miel suave
50 gr. de azúcar moreno
1 cucharadita de bicarbonato sódico
1 yema de huevo
150 gr. de harina
La puntita de una cucharilla de canela (aunque he de reconocer que, con lo que me gusta a mí la canela, mis puntitas más bien son puntazas)
75 gr. de chocolate negro
75 gr. de chocolate blanco

¿Cómo se hace?

Calienta, lo primero, el horno a 190ºC porque esto se prepara rapidisímo

En un cuenco, mezcla la mantequilla derretida, con la miel, el azúcar, el bicarbonato y la yema de huevo. Luego, ve añadiendo poco a poco la harina y no dejes de remover hasta que te quede una masa suave y cremosa. Ya está hecho.

Cubre el fondo de la bandeja de tu horno con papel de aluminio y ve echando cucharaditas de la masa. No pongas los pegotes muy juntos ya que estas galletas se expanden que da gusto. Cuando hayas acabado con toda la masa, mete la  bandeja al horno durante unos 7 minutos, hasta que estén doraditas. Con este tiempo, a mí se me suelen quedar blanditas por dentro y como con una fina costra crujiente que está de muerte. Pero, como siempre digo, cada horno es un misterio.

Tras hornear las galletas, deja la bandeja a temperatura ambiente por unos minutos para que las galletas se enfríen un poquillo y así no se rompan cuando las manipulemos. Luego ya las podemos sacar a una rejilla para que terminen de enfriarse.

En el microondas, derretimos el chocolate blanco. El truco de que no se queme es: 1. No poner el micro a tope de power  2. Calentar durante unos 20 segundos y dar vueltas al chocolate. Otros diez segundos en el micro y volver a dar vueltas y 3. Con un par de veces, veremos que al dar vueltas el chocolate se va derritiendo gracias al propio calor que ha cogido el bol; así que sigue dando vueltas hasta que se derrita del todo. 

Con nuestro mejunje, untaremos la mitad de una de las caras de todas nuestras galletas. Dejamos endurecer en la nevera.

Cogemos el chocolate negro, lo derretimos del mismo modo y ahora untaremos la otra mitad de la otra cara de las galletas de manera que cada parte tenga un chocolate distinto. Volvemos a dejar enfriar y ya están listas para comer.

No son muy veraniegas que digamos porque, con todo el chocolate, nos podemos poner como un cristo; pero es que hoy, cuando me he despertado, pensaba que me había teletransportado a Galicia en noviembre ¡Menudo día nublado! ¡Qué mes de agosto estamos teniendo!

*Mis cucharaditas a la hora de repartir la masa son cucharadas soperas en realidad. Salen galletas bastante grandotas y me hace mucha gracia (¡qué afán por la comida, leche!) aunque quedan más monas si son de un tamaño más manejable tipo galleta de té de toda la vida.
*En la receta original, estas galletas se hacen con sirope de arce. Quedan requetebuenísimas; pero PROBLEMA: no en todos los venden sirope de arce y, donde lo encuentras, suele tener unos precios poco apetecibles. 
*¿No eres muy de chocolate? Entonces, cuando tengas la masa repartida en la bandeja y antes de meter tus galletas al horno, échales un poquito de azúcar moreno por encima y chimpún.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Barquitas de calabacín rellenas de bacalao

Estamos en plena época de calabacín. Si tenéis campo, probablemente estaréis cogiendo calabacines grandes como zepelines. Si no, en cualquier verdulería los encontraréis bien lustrosos.

En cualquier caso, esta receta queda súper aparente y se hace más o menos rápido.
Ingredientes (para comer dos personas o picar cuatro):
1 calabacín tipo zepelín (y si son pequeñicos, dos)
Media cebolla
4 ajetes tiernos
300-400 gr. de bacalao seco desalado
1 cucharada de harina
Una chorradita de vino blanco (si lo echas en un vaso, un dedo más o menos)
Queso para gratinar
Aceite, pimienta y sal

¿Cómo se hace?

Lavamos el calabacín y lo partimos por la mitad en horizontal y, luego, en vertical. Nos tienen que quedar como una especie de barcas de calabacín.

Los vaciamos con una cucharilla y guardamos la carne del calabacín ya que la usaremos en el relleno. En una olla, ponemos a hervir durante unos 7 minutos nuestras barcas de calabacín. Cuando estén tiernas, las sacamos de la olla y las pasamos por agua fría para que dejen de cocerse. Reservamos en la fuente que vayamos a usar para el horno.

Para hacer el relleno, comenzaremos picando la cebolla y los ajetes bastante finos. Los pochamos en una sartén con un poquito de aceite. Cuando la cebolla esté transparente, añadiremos la carne de calabacín y dejaremos que se rehogue todo bien durante 4 o 5 minutines más. Mientras tanto, quitamos la piel al bacalao y lo deshacemos con los dedos -así, si hay alguna espina, la notaremos enseguida- y, también, lo echamos a la sartén. Nuestra mezcla se tendrá que cocinar unos minutos más.

Seguidamente, será hora de hacer una especie de bechamel: en la misma sartén donde está el bacalao con las verduras, dejaremos libre una esquinita para echar la cucharada de harina y cocinarla un poco para que pierda el sabor a crudo. Luego mezclamos bien con el resto de ingredientes y vertemos nuestro dedito de vino. ¡Hala! Ahora a esperar a que se consuma durante 3 o 4 minutos para que se evapore el alcohol. Ya solo faltará rectificar de sal y añadir un poquito de pimienta y dejar enfriar la masa en un plato hondo.

Para montarlo, solo hay que salar las "barquitas" de calabacín y echarles una chorradita fina de aceite. Luego, con una cuchara, vamos vertiendo la masa del relleno hasta cubrir el hueco. Por encima, pondremos una buena capa de virutas de queso. Tendrán que estar en el horno, a 200º, unos 5 minutos; vamos, hasta que se gratine el queso.

¡Chimpún!
* Y diréis: "Pero qué pinta más rara tiene ese gratinado, ¿no?" Normal, eché un Pecorino que me empeñé en comprar el otro día pero que, obviamente, no es de los más recomendados para meter al horno...
* Podéis preparar la masa del relleno por adelantado. Yo eso hice. Lo único que cambié fue que puse el horno un poquito más suave durante unos minutos para que los calabacines estuvieran calentitos a la hora de comerlos. Luego, ya, 200º y a gratinar.



jueves, 31 de julio de 2014

Brownies -o muerte por chocolate-

Si hubiera una religión específica para personas distraídas, esa sería la mía. Lo que no sé es por qué todavía no existe ya que los despistes son, en muchas ocasiones, el motivo de algunos de los descubrimientos más tremendos de la historia.
Para muestra, un brownie. Según cuenta la historia, a finales del siglo XIX un cocinero estadounidense, que estaba haciendo bizcocho de chocolate mientras pensaba en -digamos, por ejemplo- la vampírica historia que Stoker acababa de publicar, olvidó añadir levadura a la mezcla. El resultado fue un nuevo dulce tostadito por fuera y muy, muy, muy jugoso por dentro que no dudó en llamar 'marroncito'. Por supuesto, el nombre queda mucho mejor en inglés: la traducción al castellano me suena un tanto a un E.T.E. escatológico.

Ingredientes para unas diez porciones contundentes
350 gr. de chocolate
200 gr. de mantequilla o margarina
4 huevos
200 gr. de azúcar
1 cucharadita de extracto de vainilla
1 pizca de sal
200 gr. de harina
Un chorrito de leche
¿Cómo se hace?
Lo primero, calentamos el horno a 180º. Se hace lo primero porque esta receta va rapidísimo y si no, no va a estar listo.

Troceamos 300 gr. de chocolate y la mantequilla para derretirlos a fuego lento en una olla. Mientras, batimos los huevos con el azúcar, la vainilla y la pizquita de sal. Cuando nuestra mezcla de chocolate esté a punto, la vertemos sobre la mezcla de huevo. Después de remover, podemos añadir la harina así, a las bravas, sin tamizar ni nada, e incorporamos todo bien junto al chorrito de leche.

Lo último será picar los otros 50 gramos de chocolate que habíamos dejado abandonados para ponerlos en nuestra masa. De esta manera, conseguiremos chorreones de chocolate como estos:
Engrasamos con un poquito de aceite un molde bajo rectangular, repartimos bien el pastel, y al horno durante 20 o 30 minutos. El tiempo depende del power que tenga el horno y de cómo nos gusten los brownies. Hay gente que los prefiere casi sin hacer por dentro, hay a quienes les gustan bien cocidos. Habrá que probar hasta encontrar el punto exacto.

Lo podemos tomar caliente, frío, con una bola de helado, con nata... La cosa es que es algo buenísimo y seguro que en mi religión de despistados se comulgaba con mini brownies consagrados.
*Esta receta presenta un brownie totalmente de chocolate, sin las nueces que se añadirían al tradicional. Por supuesto, si nos apetece podemos añadir unos 70 gr. de cualquier fruto y seguirá estando mortalmente delicioso.
*El molde que yo he utilizado es de 30x18 centímetros. Podéis hacerlo en uno más pequeño, y tendréis un brownie más gordito.

P.D. ¡Por fin unas fotos buenas! Gracias a la cámara y a la habilidad de Francis Taranco que, pese al poco tiempo que lleva practicando hace unas cosas finas, finas. Aquí va una sobredosis de chocolate fotografiada.




miércoles, 23 de julio de 2014

Hummus Magnificus

Por fin, después de tanto paté árabe de los que solo se conocen en su casa, llega el famosísimo HUMMUS: la idolatrada crema de garbanzos que se está poniendo tan de moda que hasta la podemos encontrar en Mercadona. 
Pero que la vendan en supermercados no es una excusa para que no hagamos hummus en casa. No hay nada como algo casero, que se prepara en tres minutos y con lo que apenas se ensucian cacharros.

Ingredientes:
Un bote de garbanzos cocidos al natural de 400 gramos.
4 cucharadas de tahine -pasta de sésamo-
1 o 2 dientes de ajo tirando a gordos
Medio vaso de agua
El zumo de medio limón
Sal y comino

¿Cómo se hace?
Lavamos los garbanzos. A mí me gusta quitar los pellejitos que se van saliendo. Es algo un poco absurdo ya que vamos a pasar todo por la batidora; pero así son los misterios de la vida...

En el vaso de la Turmix, echamos los garbancetes, el tahine, el ajo y el medio vaso de agua. El agua se añade, sobre todo, para quitar un poco de espesor a los garbanzos y que sea más fácil batirlos; por eso el medio vaso de agua es una cantidad aproximada. Si veis que vuestra querida batidora no puede más con su vida, será hora de añadir otro dedito más del líquido elemento. 
Cuando tengamos triturados los garbanzos y quede todo como un puré, añadimos el zumo de limón y seguimos batiendo. Ya veréis que el limón, además de darle un toque refrescante, deja a nuestro proyecto de hummus con un color más blanquito. Mucho más mono, ¡dónde va a parar!

Por último, ponemos sal al gusto y media cucharadita de comino molido. Ya solo quedará darle el último empujón de batidora para dejar la mezcla extra cremosa. 

Podéis usar este paté árabe como aperitivo si lo servís con un poco de aceite y pimentón dulce -que suelen poner por que quede un poco más vistoso- acompañado de pan de pita y junto al labni y al mohammara. Pero también está riquísimo, por ejemplo, untándolo en el pan de una hamburguesa.

*Esta es la receta más típica, la que seguro que habéis probado. Estoy pendiente de probar el hummus marroquí que preparan mis amigas y que debe de llevar especias como para tener que beber un litro de leche del tirón.
*Con 400 gramos de garbanzos tendréis hummus para parar un tren. Os puede llegar a salir por las orejas casi literalmente. Como a mí no me gusta guardarlo durante más de dos días -que los aguanta perfectamente-, prefiero comprar un bote de los pequeños (que no en todos los sitios se encuentran) o, si no queda más remedio, repartirlo a quien se ponga por delante.
*El tahine lo podéis encontrar en los grandes supermercados; pero donde seguro que tienen es en esa tienda árabe que regenta un tipo llamado Rami por la que has pasado un montón de veces pero a la que te da cosilla entrar. 


miércoles, 16 de julio de 2014

Guisantes de 'La Mama'

'La Mama'. Así. Sin acento ni nada. Siempre con su artículo y dicho de corrido: 'Lamama'. Como si fuera un nombre propio, cualquier madre se sorprende si su churumbel la llama un día por su nombre de pila.
Estos son los guisantes que prepara la Carmen -a/k/a, La Mama- en pucheros bien grandes para tener congelados y sacar cualquier día que la niña no come en casa. ¿Por qué? Pues porque a ella le encantan y yo no puedo con ellos. Sin embargo, esta versión con chorizo -la original es con jamón- me queda de maravilla. Con su patatita recién frita, a veces hasta me dan ganas de probarlos... Luego me acuerdo de lo poco que me gustan esas bolitas verdes y el asco puede a la gula.

Ingredientes (para dos raciones bien hermosas):
1 cebolla
1/2 kg. de guisantes congelados
2 patatas tan grandes como quieras
Media ristra de chorizo dulce curado
1 cucharada sopera de sal
1 cucharadita de postre de azúcar
Aceite de oliva

¿Cómo se hace?
Picamos la cebolla muy finamente y, en una olla con un buen chorreón de aceite, la ponemos a pochar.

Mientras tanto, pelamos y lavamos las patatas que cortaremos en cuadrados pequeñines (del tamaño de la primera falange del dedo meñique) (del dedo meñique de una persona adulta con unas manos de tamaño medio. A según quien le podrían salir unos dados de patata del tamaño de un cajón). Reservamos las patatas.

Cuando la cebolla haya pochado, añadimos los guisantes congelados y los rehogamos unos minutos a fuego medio para que cojan bien el saborcico de la cebolla. Echamos la sal y el azúcar y cubrimos de agua. Se hacen prácticamente solos. Únicamente hay que darles una vuelta de vez en cuando y esperar a que todo el agua se haya consumido.

Cortamos el chorizo en rodajitas, en cascos pequeños o como más nos guste y lo pasamos por la sartén. Reservamos junto a las patatas.

Cuando los guisantes estén hechos -es decir, cuando toda el agua se haya evaporado- bajamos el fuego casi al mínimo y juntamos en la olla los guisantes, el chorizo y las patatas fritas. 

Ya está todo listo para servir. En media hora, la comida hecha.


*La receta original, la verdadera de 'La Mama', lleva jamón cortado a tacos en lugar de chorizo. A mí me hacía más gracia con este otro derivado del cerdo y, además, es lo que había por la nevera. 


viernes, 11 de julio de 2014

Labni Charif Style

La base del labni es un buen yogur griego deshidratado. A partir de ahí, las variables son infinitas.
Esta incluye cebolla y orégano; pero también la encontraréis con ajo o hierbabuena.


Ingredientes:
Yogur griego
Cebolleta tierna (yo calculo media cebolla por cada 250 gramos de yogur. Así que cada tarrito de yogur, de 125 gr. normalmente, supondría un cuarto de cebolleta)
Sal
Aceite de oliva bueno
Orégano o hierbabuena

¿Cómo se hace?
Coge el yogur y sécalo. Así es como se haría normalmente: poniéndolo en un colador de tela durante, al menos, 12 horas.

Así es como lo hacemos la gente vaga: secándolo con dos papeles de cocina durante 20 o 30 minutos.

Mientras se deshidrata el yogur, hay que picar la cebolleta muy fina, muy fina. Una vez el yogur haya adquirido la textura que busquemos, en un bol lo mezclaremos con la cebolla. Añadiremos, además, sal y orégano al gusto y revolveremos bien.

Se refrigera durante unas dos horas por lo menos para que coja consistencia y ya se puede comer. Lo suyo es cogerlo con pan de pita; pero untado en tostadas está bien rico también.


*A mí me gusta dejarlo con una textura similar a la crema de cacahuete para poder untarlo bien en las tostadas. Si lo vais a comer con pan de pita, no dudéis en dejarlo más deshidratado ya que tendrá un sabor más potente y será más fácil de coger.

domingo, 29 de junio de 2014

Pasta al vodka para superar resacas gordas

¿Quién no ha oído alguna vez que la resaca se cura con más alcohol? No creo que sea cierto -tampoco me he parado a comprobarlo- pero lo que sí es verdad es que ¿a quién no se le ha apetecido un buen plato de pasta la mañana post-fiestasdesupueblo?

Es un hecho irrefutable que a más alcohol ingerido, más cantidad de hidratos y de grasas le apetecen a nuestro martirizado cuerpo. Y esa fantasía se hace realidad con este plato que, incluso, puedes dejar hecho la tarde de antes -lo cual también es sano si tienes la costumbre de atracar la nevera nada más entrar por la puerta a las 6 de la mañana... ejem...

La primera vez que probé la salsa que acompaña a esta pasta fue de manos de un romano que me trajo a la mesa unos ravioli rellenos de espinacas. ¡Ay, qué cosa más buena! Nada más llegar a casa tuve que preparar la receta que medio me contó el italiano en cuestión y le añadí -sí, soy una tragaldabas- un toque de chorizo que bien puede intercambiarse por jamón cocido o panceta (variaciones, por cierto, mucho más cercanas a la receta original de penne alla vodka).

Ingredientes (para dos raciones hermosotas):
250 gramos de pasta -a mí me gusta utilizar estilo macarrones para que se meta bien el condimento (risotada malvada)-
30 gramos de mantequilla
1 cebolla mediana
100 gramos de chorizo
3 tomates bien maduros -unos 200 gramos-
200 ml. de nata para cocinar
1 vaso de vodka
sal, pimienta, orégano y, si se quiere, una guindillita


¿Cómo se hace?

Lo primero de todo será preparar los ingredientes: picar muy fino la cebolla, rallar los tomates y cortar el chorizo a taquitos pequeños, si somos de mijitas; o a pedazos más grandes, si somos unos exagerados.

Ponemos a hervir el agua para cocer la pasta según las indicaciones del fabricante.

En una sartén grandota, derretimos la mantequilla. Ahí pocharemos la cebolla picadita con un poco de sal -según mi amiga Natalia, la cebolla se hace peor si no está salada. Pues nada, le haremos caso- hasta que quede ligeramente dorada. En ese momento, añadimos el chorizo y lo rehogamos por un par de minutos. Este sería el momento, también, de añadir el toque picante si nos apetece. Cuando ya esté medio hecho el chorizo, capuzaremos el tomate rallado. 

En un par de minutos ya podremos añadir el vaso de vodka. Sin miedo: ¡Alegría! Subimos el fuego y dejamos cocinar unos minutos para que se evapore el alcohol. Cuando deje de oler como la camiseta en la que nos tiraron una cubata la noche de antes, sabremos que está listo.

Por último, vertemos la nata al sofrito y bajamos el fuego a media temperatura. Salpimentamos y dejamos cocinar un ratito: hasta que empiece a hervir y un poco más.

Mientras tanto, vamos escurriendo la pasta cocida y la pasamos por el grifo con agua fría para cortar la cocción y que no se nos quede blandiblú

Ya solo queda juntar en nuestra sartén la salsa y la pasta y dar vueltas a fuego bajo para que los pennes-sigue sonando un poco feo en mi cabeza- se empapen bien del acompañamiento. 

Animaos a probar esta cosa rica porque seguro que no os arrepentís: vuestro cuerpo resacoso y dolorido os lo agradecerá. Lo único que se podría mejorar de esta receta sería acompañarla de una pastillita que te permitiera borrar de tu mente los momentos vergonzosos que tu colega te ha hecho recordar al colgar en Facebook las fotos que hizo anoche.


miércoles, 25 de junio de 2014

Bizcocho de fresas con nata para una tarde de verano

Junio, el mes con las mañanas más soleadas y las tardes más inciertas. Por lo menos en mi ciudad es imposible planificar qué vas a hacer a la tarde solo por cómo ha amanecido el día. 
Ahora bien, a un buen trozo de bizcocho le importa poco el tiempo que haga: si llueve lo tomas con Cola-Cao; si hace sol, con una horchata. 



Ingredientes:
4 huevos 
250 gr. de azúcar
100 gr. de nata
230 gr. de aceite de girasol
350 gr. + 1 cucharada de harina 
1 sobre de levadura química
250 gr. de fresas
Aceite o mantequilla para engrasar el molde


¿Cómo se hace?
Batimos los huevos junto al azúcar hasta que blanquee y aumente un poco su volumen -lo típico de casi todos los bizcochos. Comenzaremos a añadir la nata batiendo suavemente y, luego, haremos lo mismo con el aceite que verteremos a chorro fino. Es importante no excedernos al batir la mezcla ya que el resultado final podría quedar demasiado pringoso.

Tamizamos los 350 gramos de harina junto a la levadura y las añadimos a nuestra masa hasta que quede completamente integrada y sin grumos. 

Cogemos las fresas, las lavamos y las troceamos. Si son medianas, con partirlas en cuatro es suficiente; pero esto va un poco a ojo. Espolvoreamos por encima la cucharada extra de harina que teníamos reservada y rebozamos bien nuestros trocitos de fresa para, después, añadirlas a la masa.

Por último, engrasamos un molde de bizcocho y echamos la mezcla con cuidado de que las fresas queden bien repartidas. 

Ya solo queda meterlo en un horno precalentado a 190º y esperar alrededor de 45 minutos o hasta que pinchemos y el palillo nos salga limpio.

Y chimpún. Ya tenemos un bizcocho especial para nuestras tardes de verano.




*Antes de juntar la nata con el huevo, podemos montarla un poco para darle aún más esponjosidad al asunto. 
* Si nos sentimos especialmente golosillos - tal y como me ha pasado a mí- podemos ponerle hilos de chocolate por encima como en el Cake de jengibre. ¡Ay, Omá!

miércoles, 11 de junio de 2014

Crema de pimientos y nueces: Mohammara para los amigos

Acabo de saber la nota de mi primer examen de árabe y qué mejor manera de celebrarlo que haciendo esta crema. Al igual que el hoummus, es típica de los entrantes de la cocina de oriente próximo y se realiza con ingredientes muy mediterráneos. No están muy claros los orígenes del mohammara: la duda está entre Siria y El Líbano. Sin embargo, a mí me la dio a conocer mi profesor -libanés de nacimiento- así que no he dudado a atribuírsela a su país. 


Desde que la conocí, es un clásico de mi nevera y siempre suele haber un bote listo para untar.

Ingredientes:
1 bote de pimientos del piquillo al natural (aunque también se puede hacer con pimientos asados en el horno)
2 puñados de nueces mondadas
1 diente de ajo pequeño
1 chorrito de zumo de limón
2 o 3 rebanadas de pan frito
Sal al gusto

¿Cómo se hace?

En un procesador de alimentos -o en el vaso de la batidora- ponemos los pimientos escurridos, las nueces, el zumo de limón y el diente de ajo y batimos bien. 

Poco a poco, vamos añadiendo trozos de pan hasta encontrar la textura deseada. Cuanto más espeso nos guste, más pan echaremos. Una vez encontrado el espesor ideal, añadimos la sal y batimos hasta que quede sin ningún grumo. 


Dificilísimo, ¿no?

Solo falta untarlo en una tostadita y estará listo para comer. Podemos ponerle por encima un chorrito de aceite y pimentón picante para darle un toque extra.


Cositas de interés:
*La receta original, incluye melaza de granada; pero, dado que es un poco difícil de encontrar aquí, se puede omitir y queda buenísima de todas formas.
*Se puede añadir una cucharada de tahine si nos gusta el sabor tostado que aporta y, también, podemos hacer el mohammara más cremoso con medio yogur griego en la mezcla.
*Otra forma de presentación -la más típica- es ponerlo en un pequeño recipiente a modo de dip para mojar en el mohammara trocitos de pita horneados.  

jueves, 5 de junio de 2014

Croquetas de chorizo

¡Madre mía! Más de un mes sin publicar, ¡con el buen ritmo que llevaba! Este mes de mayo ha estado cargadito: cumpleaños, una boda, últimos días de clase... Espero que con estas croquetas vuelva la normalidad.

Las he hecho ya un par de veces -para picotear el día de Navidad y en un cumpleaños- y, además de llamar mucho la atención, han resultado buenísimas.

Lo mejor de todo es que las puedes congelar una vez rebozadas y así tenerlas listas para freír en un momento de apuro.



Ingredientes (para unas 30 croquetas):

100 gr. de mantequilla
100 gr. de harina
1 litro de leche
Nuez moscada (para ese gustito típico de la bechamel)
200 gr. de relleno del chorizo fresco
sal pimienta
1 huevo y pan rallado para el rebozado
Aceite para freír

¿Cómo se hacen?

En una sartén caliente echamos el relleno del chorizo desmenuzado para sofreírlo un poquito. No hace falta echar aceite a la sartén: será la propia grasa de la carne la que haga que no se nos pegue. Sacamos nuestro chorizo recién hecho a un papel absorbente.

Ahora es el turno de la besamel. ¡Vaya miedo me da hacerla de normal! Sin embargo, con estas croquetas nunca he tenido problemas. En una sartén grande y  profunda, ponemos la mantequilla a derretir. Una vez haya quedado líquida, añadimos la harina y la hacemos un poquito para que pierda el gusto a crudo.

Llega el momento difícil: vertemos la leche poco a poco. Un chorrito, y damos vueltas con brío a nuestro proyecto de bechamel hasta que casi se haya consumido la leche. Entonces podremos echar otro chorro de leche y volver a batir como si no hubiera mañana. Aquí está el misterio: remover, remover y volver a remover. Hasta que parezca que se nos va a caer el brazo.

Cuando por fin hemos vertido el litro de leche por completo a nuestra sartén, hay que subir un poco el fuego hasta que comience a hervir. Será en este momento del chop-chop cuando salpimentemos al gusto y añadamos la nuez moscada -con un par de cucharaditas a mí me pareció suficiente.

Todavía no ha terminado la pesadilla de las varillas: todavía falta que la "crema-proyectodebesamel" se cocine durante unos 10 minutos más. Por eso, lo mejor es contar con un pinche de cocina: un miembro de la familia que no sepa en qué lío se está metiendo.

Por último, añadiremos nuestra carne de chorizo lo más picadita posible y mezclaremos todo durante cinco minutillos para que nos quede una masa bien sabrosa. Con esto, lo difícil ha acabado.

Para dejar que se enfríe la masa -y así poder darle forma a las croquetas-, la sacaremos a un plato hondo y la cubriremos con film transparente. Cuando ya no esté caliente, caliente la podremos refrigerar y en unas horas tendrá la consistencia perfecta. Normalmente, yo la dejo reposar por toda una noche.

Llega el turno de la marranada; y es que ¡no veas cómo pringan! Haremos -o intentaremos hacer- bolitas de masa ayudándonos de un tenedor o una cucharilla. Cuando tengamos, más o menos, la forma deseada la pasaremos por pan rallado, luego por el huevo batido, y una vez más por pan. Así hasta vaciar el plato de masa y llenar una bandeja con nuestras croquetas de chorizo: Bolita, pan, huevo, pan. Bolita, pan, huevo, pan.


En otra sartén con aceite bien caliente, las freímos hasta que queden doraditas y ya están listas para comer.

En mi casa, donde casi nunca salimos de las croquetas de bacalao, estas han causado furor.

martes, 29 de abril de 2014

Tiramisú

Roma, la ciudad por excelencia, la clásica, la renacentista, la monumental. Llena de gente, de gatos y de ¡COMIDA!

Aun haciendo uno de los deportes más intensos del momento, el turisteo, durante una media de 13 horas al día; aun caminando sin descanso y corriendo para llegar a los sitios -con la impuntualidad que me caracteriza-; aun con todo... engordamos dos kilos por cabeza en cuatro días. No está nada mal teniendo en cuenta que mi alimentación se basó en pizza, pasta, arroz y bocadillos. ¡Alegría para el cuerpo!

Mi ilusión era probar el tiramisú y con las ganas me quedé. Menos mal que somos algo supersticiosos y tiramos la clásica monedita a la Fontana di Trevi, lo que te garantiza SIN DUDA volver a la estupenda ciudad de Roma. 


Para paliar mi desánimo por no haberme comido un tiramisú a la italiana, no dudé un momento en prepararlo nada más llegar a casa. 

Aquí está la receta que tenía mi madre guardada en un cajón y que, en su día, fue famosa en la mesa de la Mamma Mia!

Ingredientes:

bizcochos duros de estos que se untan en el chocolate caliente
1/2 litro, más o menos, de café solo templadito
Un chorreón de Amaretto o, en su defecto, de Whisky que también queda bien
1 tarrina de queso mascarpone (250 gramos)
3 huevos
4 cucharadas de azúcar
Chocolate para decorar

Queda bonito, ¡eh!
¿Cómo se hace?

Si todavía no tienes el café hecho, lo primero será poner la cafetera para que, así, de tiempo a que se enfríe un poco. El café tiene que estar templadito: lo justo para que empape bien el bizcocho pero sin que se rompa.

El siguiente paso será separar las claras de las yemas.

En el bol donde tengamos las yemas, añadimos el azúcar y batimos bien. Después, mezclaremos con el queso mascarpone y reservamos.

Por otro lado, montaremos bien las claras a punto de nieve. ¡Pero bien, bien! Cuando ya esté listo, juntamos la clara con la mezcla del mascarpone con movimientos envolventes.

Elejimos nuestra fuente: yo lo he puesto en una tirando a pequeña porque me gusta que quede gordito; pero no hay problema en estirar un poco más el mascarpone para que cunda.

Ahora llega la hora de montar. Es muy sencillo, tipo lasaña:

Primera capa: bizcochos cafeteros. En un plato hondo, ponemos el café y el licor. Cogemos los bizcochos y uno a uno los vamos mojando en el café, que queden empapados pero sin romperse. A mí me gusta contar 1,2,3 para cada lado y suele funcionar. Claro, que también depende de lo caliente que esté el café; hay veces que es mejor la versión extra rápida: "¡undostres!".

Vamos colocando los bizcochos de forma que cubran toda la  base de nuestra fuente. Sobre esta capa añadiremos una con la mitad de la mezcla de mascarpone. Y, encima, volvemos a repetir: capa de bizcochos mojados en café y capa de la otra mitad de mascarpone.

¡Ya está! Solo queda decorar. Para ello, a mí me gusta rallar con un cuchillo lasquitas de chocolate -yo utilizo normalmente uno del tipo Nestle Postres- y echarlo como si fuera el queso rayado de esta particular lasaña.

Ahora sí que hemos terminado. 


Cositas de interés:
*Según Nuria Roca, y por si os acercáis a Roma, el mejor tiramisú de la ciudad lo podéis encontrar en Pompi. El precio no está nada mal: 3,50€ por un bocado de cielo.
*Está mejor cuando lo dejamos enfriar bien; así que lo ideal sería prepararlo de un día para otro.
*Con lo que me sobró, hice una copa de tiramisú. La técnica es la misma: un par de bizcochos mojados y troceados para la base, los restos de la mezcla de mascarpone, y un buen puñado de lasquitas de chocolate. Esta puede ser una buena manera de prepararlo para alguna celebración.

jueves, 17 de abril de 2014

Torrijas New Fashion

No hay Semana Santa sin torrijas, aunque unas torrijas sientan bien en cualquier época del año. De hecho, los dulces típicos y las recetas con bacalao son lo único que me gusta de estas fechas.

Con estos canutillos le damos una vuelta -nunca mejor dicho...- a la receta tradicional sin perder su esencia. Además, son súper sencillas y no hace falta que encontremos el mejor pan torrijero del mundo: se hacen con pan de molde.

Lo tienen todo, así que en cuanto las vi en Directo al Paladar no pude resistirme y aquí está mi versión.


Ingredientes:
10 rebanadas de pan de molde
10 porciones de chocolate -en la receta original utilizan Nocilla-
1 huevo
Un poco más de 1/2 vaso de leche
Canela
Azúcar
Abundante aceite para freír

¿Cómo se hace?
Cogemos las rebanadas de pan y un rodillo para aplanarlas hasta que queden lo más finitas posible. Mientras tanto, vamos derritiendo el chocolate. Una vez que todos nuestros panes estén planitos, tenemos que untar la primera mitad con el chocolate. Enrollamos, más o menos, las tres cuartas partes de la rebanada y, en el cachito libre, ponemos una fina tira de chocolate para que actúe como pegamento cuando terminemos de enrollar.


Ahora preparamos el unte: batimos el huevo junto a la leche y añadimos una cucharadita de canela. 

Calentamos el aceite en una sartén profunda. Cuando esté a punto, cogemos uno de nuestros rollitos, lo untamos en la mezcla y lo freímos hasta que esté doradito. Vamos sacando los rollos a un plato con papel de cocina para que absorba todo el aceite.


Una vez fritas todas nuestras torrijas, las embadurnamos con una mezcla de azúcar y canela -3 cucharadas de azúcar con 2 cucharaditas de canela es una buena proporción. ¡Y chimpún! Ahora sí que es Semana Santa.


domingo, 13 de abril de 2014

Risotto de Primavera

Cuando no sabes qué hacer para comer y tienes la nevera medio llena... consigues cosas como esta.
Nunca había cocinado con vodka y, la verdad es que le da un toque muy, muy rico.

Ingredientes (para dos personas):

1 cebolla mediana cortada en juliana
3 pimientos tipo sweet bite (de esos pequeños) cortados en tiras. Yo cogí uno rojo, otro amarillo y otro naranja.
1 taza y un poquito más de arroz redondo
1 taza de vodka blanco
El zumo de medio limón
Tanta agua como pida nuestro arroz
200 ml de nata
Sal, pimienta y cilantro
Aceite
8 o 10 espárragos trigueros
Un par de rebanadas de hogaza


¿Cómo se hace?

En una sartén profunda con un chorreón de aceite, ponemos a pochar la cebolla junto a los pimientos. Cuando estén hechos, echaremos el arroz redondo y lo saltearemos un poco a fuego medio antes de añadir el líquido.

Al arroz, le echamos en primer lugar la taza de vodka junto con el zumo del limón. Una vez se haya absorbido todo el líquido, iremos añadiendo tazas de agua hasta que esté prácticamente hecho. Yo utilicé unas cuatro tazas y tardé, más o menos, 25 minutos. 

Mientras se hace, vamos preparando los trigueros -a los que quitaremos la parte más dura del tronco- y el pan. Yo corté una rebanada por la mitad y las otras a tiras. Lo freiremos en abundante aceite bien caliente hasta que quede bien dorado y crujiente. Los espárragos, sin embargo, podemos hacerlos a la plancha con un poquito de aceite hasta que estén blanditos. Para darles 'el toque', los rematé con sal negra que le da un sabor a carbón la mar de rico.

Volvemos al arroz. Cuando esté hecho -para saberlo, lo mejor es ir probando granitos de arroz-, salpimentamos y le ponemos un poquito de cilantro molido. Tras dar unas vueltas, podemos añadir la nata para darle el último chup-chup hasta que esté prácticamente evaporada. 

Para montar el plato, puse cuatro trigueros sobre media rebanada de hogaza y añadí la ración de risotto. 

No tiene más misterio. Una vez que le coges el tranquillo a los risottos -y yo se lo pillé con el de calabaza- son lo más sencillo del mundo. 




viernes, 4 de abril de 2014

Lasaña de carne al estilo de Garfield

Garfield, el gato tragón por antonomasia, nunca tenía suficiente de este plato. No es de extrañar: la lasaña boloñesa es un clásico sabrosísimo que te hace quedar estupendamente en cualquier ocasión. En una hora y media tendremos lista una buena fuente de la comida favorita del gato naranja.


Ingredientes (para unas 15 placas de lasaña):

15-20 placas de pasta de lasaña (suelo usar de la precocinada)
750 gr. de carne picada mitad cerdo, mitad ternera
1 cebolla
1 zanahoria
1 vaso de vino blanco
200 gr de tomate frito (un tetrabrick pequeño)

Para la bechamel:
50 gr. de mantequilla
4 cucharadas colmadas de harina
2 tazas de leche templada
Una pizca de nuez moscada

Queso rallado tipo Parmesano
Aceita, sal, pimienta

¿Cómo se hace?

En primer lugar, picamos la cebolla y la zanahoria y las sofreímos en una chorrada de aceite hasta que estén blanditas y un poco doradas. Cuando las veamos en su punto, añadimos la carne y la doramos. En ese punto añadiremos el vaso de vino y dejaremos que se evapore casi por completo.

Mientras tanto, podemos preparar las placas de lasaña según la recomendación del fabricante. En mi caso, sumergí las placas en agua caliente durante unos 10 minutos y las puse a escurrir sobre la mesa. 


Cuando apenas quede líquido en la sartén de la carne, añadimos el tomate y salpimentamos. Dejaremos todo el mejunje cocerse durante unos 15 minutos dándole vueltas de vez en cuando.

En este rato, podemos preparar la bechamel. Pondremos en una sartén caliente la mantequilla. Cuando se derrita, echamos la harina y la hacemos un poco para que pierda el sabor a crudo. En ese momento, echaremos la leche templada y no pararemos de dar vueltas hasta que espese. Esto tardará alrededor de 10 minutos. Ahora ya podremos ajustar de sal y echar nuez moscada, la especia que caracteriza a la bechamel.

Con todas las partes de la lasaña preparadas, ya solo quedará montarla. Primero engrasaremos con un poco de aceite o de mantequilla la fuente en la que la vayamos a meter al horno. Luego colocaremos una base de placas de pasta, seguida de una capa de la mezcla de carne y, por encima, un buen chorreón de bechamel.


Repetimos los pasos: capa de pasta, capa de carne, chorreón de bechamel. Y, para terminar, pondremos solamente una capa de pasta con la bechamel que nos haya sobrado y lo cubriremos todo con el queso rallado.

Esta pedazo de fuente la meteremos al horno a gratinar durante 20 minutos a 200º. Yo suelo poner un rato de calor arriba y abajo y el toque final solo con calor arriba; pero como cada horno es un misterio, es mejor que esto lo controle cada uno. 

¡Y chimpún! (sí, esta parece ser la frase del blog...). Si hubiera un Garfield en nuestras casas, no duraría ni dos minutos. De todas formas... cuesta no servirse una segunda tanda.


Cositas de interés:
*Mi relación con la bechamel no es para nada buena. La mayoría de las veces no consigo deshacer todos los grumos. Por eso, si me siento especialmente vaga y con pocas ganas de que la harina me toque la moral, hay veces que en lugar de bechamel utilizo nata para cocinar con un poquito de nuez moscada.
*Cuando monto las placas me gusta poner cada capa en un sentido. Si la de la base la he puesto en horizontal, la siguiente capa de pasta la pondré en sentido vertical, y así sucesivamente. De este modo, creo que es más difícil que se nos descuajaringue.