jueves, 30 de enero de 2014

Falso risotto de calabaza




El risotto es un plato de arroz típico del norte de Italia que se cocina tradicionalmente con arroz tipo arborio, bastante parecido al arroz bomba valenciano. La elección de este arroz tiene que ver con su abundancia en esa zona italiana además de con su alto contenido en almidón. Cuando damos vueltas al risotto mientras se cocina -y vaya si hay que darle vueltas si queremos hacer un risotto risotto- todo este almidón se desprende y hace que nos quede un plato meloso, con los granos de arroz nada sueltos. Vamos, la textura típica de un risotto.

Sin embargo, este tipo de arroz es más caro y -aunque hoy en día se puede encontrar en los supermercados grandes- no es tan fácil de conseguir como el arroz typical spanish. Solución: añadir un poquito de grasa extra en forma de nata. Con este truquito conseguimos la textura del risotto fácilmente. Eso sí, hay que utilizar un tipo de grano de arroz corto y redondito. Yo, en este caso, he utilizado uno de la tierra: el arroz de la marca Brazal. ¡Ah! Tampoco vale lavar el arroz, que se nos va todo ese preciado almidón.


Ingredientes (para dos personas):

1 chorradita de aceite
1/2 cebolla
100 gr (más o menos) de calabaza
1 taza de desayuno de arroz de grano gordo
1 taza de vino blanco
tantas tazas como pida nuestro arroz de agua (también puedes usar caldo de verduras)
100 ml de nata para cocinar
50 gr de queso parmesano
Sal, pimienta y cilantro seco si tenemos
Unas lonchas finas de jamón serrano para el crujiente


¿Cómo se hace?

Comenzaremos pelando la media cebolla y cortándola. A mí me gusta en juliana. En una sartén caliente con una chorradita de aceite, la ponemos a pochar con un poquito de sal.

Mientras tanto nos encargamos de nuestra calabaza. La pelamos y la troceamos a daditos del tamaño de la primera falange del dedo. Cuando la cebolla esté a medio hacer, añadimos a la sartén nuestros dados de calabaza y subimos un poco el fuego. Salteamos por unos minutos.

Añadimos el arroz y dejamos que se tueste un poquitín antes de echar el nuestra taza de vino.

En el risotto, al contrario que en nuestra paella, el líquido se hecha por tiempos. Así pues, añadiremos la primera taza de agua -o de caldo- una vez que el vino se haya absorbido. Damos vueltas con bastante frecuencia para que no se pegue y para que vaya soltando almidón. Cuando la primera taza de agua/caldo haya desaparecido casi por completo podremos echar la siguiente, y así sucesivamente hasta que esté casi, casi cocido. En total yo utilicé unas cinco tazas de líquido -contando con la de vino- y tardé unos 20 minutos desde que eché el arroz hasta que llegué al punto de "casi, casi cocido".

Cuando se haya evaporado la última taza de líquido, añadimos la nata y el parmesano. Ajustamos de sal y ponemos un poquito de pimienta y de cilantro seco. Removemos sin parar y en un par de minutos y ya tendremos nuestro espectacular falso risotto de calabaza.

Para darle un toque crujiente, me gusta hacer unas virutitas de jamón. Para eso ponemos nuestras lonchas extra finas de jamón en papel de horno. Lo cerramos como un sobre y lo metemos al micro a potencia máxima durante tres o cuatro minutos, hasta que se quede seco y duro ¡pero sin que llegue a quemarse! Para esto es necesario ir vigilando ya que cada aparato es un mundo. Cuando cojáis una lámina del crujiente, veréis que se deshace solo con un poquito de presión: así de fácil se hacen estas virutas.




Cositas de interés:
  *Si la calabaza es fresca, quedan los daditos enteros y preciosos. El contra es que es más difícil de pelar. Como normalmente compro más de la que necesito para un plato, me gusta congelarla en trozos de más o menos 100 gramos. De esta manera, cuando la descongelamos, es súper fácil de pelar y siempre tendremos a mano por si nos levantamos con ganas de risottear.

viernes, 24 de enero de 2014

Tarta de manzana de la abuela



"La mejor que habrás probado". Así presentaba mi abuela esta tarta cada vez que la hacía y más te valía decir que tenía toda la razón... Aunque no hacía falta mentir: está riquísima.

En realidad, mi madre fue la que trajo la receta a la familia -no sé muy bien de dónde la sacó- pero mi abuela no tardó mucho en apropiársela, hacerla suya y hornearla para todas las celebraciones que ha habido desde que tengo memoria.

Es súper fácil de hacer, muy rápida -quizá lo que más cueste sea pelar y laminar tooooodas las manzanas- y queda muy resultona con esa forma de flor (que no es la original... ¡ay! ¡si me viera!). Además, va genial acompañado de un poquito de nata con canela y una taza de Cola-Cao para la merienda.

Ahí va la receta:

Ingredientes:

1 kg. de manzana Golden
100 gr. de harina
1 sobre de levadura química
125 gr. de mantequilla o de margarina (sale rica de las dos maneras) y un poco más para el molde
125 gr de azúcar
2 huevos grandes
1 chorradita de leche
Un puñadín de pan rayado 
Unas nueces

¿Cómo se hace?

Pelamos y laminamos todas las manzanas. Conforme vamos cortándolas, separamos las mejores láminas para ponerlas en la parte de arriba y que se vean bonitas. 

Precalentamos el horno a 170º

Batimos los huevos junto al azúcar hasta que claree un poco. Añadimos la mantequilla derretida y la harina con la levadura. Si usáis variallas, no hace falta tamizarla; pero hay que integrarla muy, muy bien.

Cuando ya tenemos la masa, añadimos una chorradita de leche. Muy poco, lo justo para que quede una textura un poco más líquida que la de las natillas. 

Ahora, añadimos las láminas "feuchas" -unas tres cuartas partes del total de las manzanas peladas- y removemos.

Para preparar el molde, lo untamos con mantequilla y espolvoreamos un poquito de pan rayado. Lo distribuímos bien para que se adhiera a todas las paredes y sacudimos el sobrante.

Echamos la masa con manzanas al molde ya preparado y cubrimos con las láminas más bonitas. Yo lo hago empezando por las paredes y realizando círculos concéntricos con las láminas en horizontal; pero esta es la decoración y ya va a gustos. 

Para terminar de ponerlo bonito, y esto es totalmente opcional, en mi familia solemos poner unas nueces y derretimos 20 0 25 gr. más de mantequilla para echarlo por encima junto a un poquito de azúcar espolvoreada. 

Lo metemos al horno (a 170º) durante, más o menos, una hora y vamos vigilando. El cuchillo no tiene que salir limpio, limpio como si se tratase de un bizcocho al uso. Queda un poquito mojado por la jugosidad de la manzana. 


Cositas de interés:
 *La tarta es todo carne de manzana, por eso está tan rica.
 * He utilizado un molde redondo de 28 cm de diámetro; aunque se puede utilizar cualquiera: solo variará el tiempo de horneado.